A mis cuarenta años y después de muchos esfuerzos, tenía todo cuanto una mujer de mi entorno habría podido desear: familia perfecta, profesión y puesto de trabajo elegido, pareja ideal, hijos maravillosos.
Y, sin embargo, vivía con dolor por aquí, por allá….cabeza, columna, ovarios, rodillas, ….
Incluso, padecía de vértigo, insomnio, cansancio continuo. La ‘depre’, las ‘angustias’, la irritabilidad, formaban parte de mi escenario.
Todo me preocupaba, mis miedos podían más que yo, tenía todo pero era infeliz.
¡Decidí cambiar! Y ya hace tiempo que me encuentro ¡Genial y mejorando!